La cocina marroquí es verdaderamente deliciosa.

Una mezcla de olores y sabores completamente diferentes de aquellos a los que estamos acostumbrados. Los marroquíes tienen una capacidad de usar las especias de una manera increíble, y consiguen meter fruta en cualquier tipo de plato, mezclándola perfectamente.

En Fez la elección de los lugares en los que comer es inmensa. Pero atención, porque si los marroquíes tienen un defecto es el de aprovecharse, en las tiendas de souvenirs como en los restaurantes.

Para el desayuno la elección es muy amplia: en la Medina casi todos los restaurantes ofrecen una solución a precio fijo y también una gran elección en el menú, casi siempre a base de huevo. El Café Jnan Sbil, por ejemplo, situado justo a las puertas de la Medina, ofrece un óptimo desayuno a precios irrisorios.

Si queréis almorzar o cenar sentados en la tranquilidad de un restaurante, encontraréis muchísimos y os parecerán casi todos iguales. Los marroquíes no están acostumbrados a comer en restaurantes, así que todos estos tendrán un aspecto más bien turístico, con el personal en la puerta que tratará de “capturaros” proponiéndoos el fabuloso plato del día o una terraza con vistas espectaculares.

Pero la cocina es siempre típica, así que basta con elegir bien.

En Thami, por ejemplo, la bienvenida será muy cordial y casi festiva y la calidad de la cocina os asombrará. Elegid el restaurante de Hakim, en cambio, si queréis cenar a la luz de la luna en una de las terrazas con vistas, también en el corazón de la Medina y a precios moderados.

Si en cambio queréis vivir la experiencia culinaria típica y comer como realmente comen los marroquíes, la elección deberá recaer sobre uno de los muchos tenderetes de la calle. Los reconocéis por el humo y por el olor a carne y también, reconozcámoslo, por las condiciones no tan higiénicas. Sentados en grandes mesas compartidas y se come estrictamente con las manos. El plato más común en estos lugares es el panoche, un bocadillo marroquí relleno de carne mixta y varias salsas. Verdaderamente bueno. Pero en lugares del estilo a menudo sirven también platos de carne de varios tipos con patatas o ensalada marroquí. Es una elección excelente para vivir de lleno la cocina del lugar gastando poco. El panoche cuesta 10 DM, menos de 1 euro, mientras que por un plato mixto abundante os pedirán como mucho 2 euros. Por supuesto, tampoco se pueden infravalorar los dulces marroquíes. A base sobre todo de almendras, miel y frutos secos, los encontráis en cada esquina de cada calle, en las típicas pastelerías de la zona, que son siempre pequeños quioscos, a menudo sobre ruedas.

Muy importante: no os dejéis atemorizar por la cantidad de moscas que zumban alrededor de la comida, por todas partes, de otro modo terminaréis por ayunar durante todo el período de la estancia. Cerrad un ojo, meteos en la piel de los marroquíes, y disfrutad de sus espléndidos sabores.

Traducción a cargo de Jaime Castro García de Enlibrado

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Chi è l'autore

Escritora de profesión, viajera por pasión (y viceversa), amo explorar lugares nuevos y sumergirme en culturas diferentes, llevando alrededor del mundo mi espíritu meridional.